El remitente recuerda su paso por Chile como consejero diplomático en 1974 y su apoyo a numerosos chilenos refugiados en la embajada durante la dictadura. Expresa su alegría por el retorno de la democracia con la asunción de Aylwin, resaltando el valor humano y simbólico de su elección. La carta combina un tono personal, histórico y diplomático de reconocimiento y afecto hacia Chile